LO QUE NO SE ENSEÑA, SE PIERDE: docentes, lectura y una hipótesis incómoda pero necesaria

- ¿Existe una relación entre cómo leemos los docentes y cómo leen nuestros estudiantes? -

EDUCACION

6/11/20253 min read

Durante años he observado con creciente preocupación los resultados que muestran un declive sostenido en las habilidades lectoras de los estudiantes. No solo en los niveles más bajos de comprensión, sino —y quizás más preocupante— en su capacidad para interpretar, analizar y pensar críticamente a partir de lo que leen.

Como psicopedagoga y consultora educativa, esta realidad me llevó a formular una hipótesis que, aunque puede incomodar, merece nuestra atención:

“La baja en el desempeño lector estudiantil está relacionada con una baja proporcional en el desempeño lector docente”

Y a esto se suma un déficit sistémico en la enseñanza de habilidades lectoras complejas más allá de la decodificación.

¿Una correlación olvidada?

Parece lógico pensar que un docente que domina la lectura profunda será más capaz de enseñarla. Pero lo que muchas veces olvidamos es que leer bien no se reduce a entender las instrucciones de un manual o seguir un texto expositivo sin trabas. Leer bien, en el contexto educativo, implica:

· Leer para interpretar, inferir, contrastar, argumentar.

· Leer con conciencia del género, la intención del autor y el sesgo de la fuente.

· Leer no solo con los ojos, sino con la cabeza encendida y el juicio afinado.

Y ese tipo de lectura no es automática ni está garantizada por el solo hecho de ser profesional o tener un título docente. Como todo proceso cognitivo complejo, requiere práctica deliberada y, sobre todo, conciencia metacognitiva.

¿Y qué dice la investigación?

Diversos estudios, como PIRLS, PISA o los informes del OECD y el IEA, apuntan a un patrón claro:

Cuando el profesorado tiene mayor competencia lectora funcional y crítica, los estudiantes muestran mejores resultados en comprensión lectora.

Las prácticas pedagógicas asociadas a esa competencia (por ejemplo, hacer preguntas inferenciales, vincular textos con experiencias, enseñar estrategias lectoras explícitas) están presentes solo cuando los docentes las dominan realmente.

En muchas formaciones docentes —iniciales y continuas— la lectura aparece enfocada en la enseñanza del código (fonemas, decodificación, fluidez), pero se descuida la lectura como herramienta de pensamiento y aprendizaje disciplinar.

En otras palabras: se asume que los estudiantes aprenden a comprender solos una vez que leen con fluidez. Y no, no lo hacen.

¿Y los docentes? ¿Qué tanto leemos realmente?

Aquí es donde la hipótesis se vuelve más provocadora.

En un mundo saturado de demandas administrativas, tiempos fragmentados y prácticas de lectura cada vez más fragmentarias (redes, correos, instrucciones rápidas), la lectura profunda ha quedado relegada también en la vida profesional docente.

No lo digo con ánimo de reproche. Lo digo como llamada de atención colectiva:

¿Cómo vamos a enseñar a pensar lo que se lee si nosotros mismos ya no leemos para pensar?

Entonces, ¿Qué podemos hacer?

Aquí es donde nace la oportunidad. Porque si reconocemos este vacío, podemos llenarlo. No desde la culpa, sino desde el compromiso profesional.

· Necesitamos repensar la formación docente para incluir la enseñanza de la lectura compleja en todas las áreas.

· Necesitamos espacios para que el profesorado fortalezca su propio perfil lector, no como adorno cultural, sino como herramienta pedagógica fundamental.

· Y necesitamos construir comunidades lectoras en las escuelas, donde leer sea también una práctica compartida, reflexiva, creativa.

Un cambio que comienza en nosotros

Estoy desarrollando una propuesta de formación para docentes que parte precisamente de esta hipótesis:

que fortalecer nuestra propia competencia lectora es uno de los actos más poderosos que podemos hacer para transformar la experiencia lectora de nuestros estudiantes.

Si esta idea resuena contigo, me encantaría abrir la conversación.

¿Te gustaría explorar esta formación en tu centro? ¿Tienes experiencias que confirmen —o desafíen— esta hipótesis?

La lectura no es solo una habilidad escolar. Es una forma de habitar el mundo.

Y como docentes, tenemos el privilegio —y la responsabilidad— de mediarla con intención.

FUENTES:

PIRLS | IEA.nl

The interplay between teacher beliefs, instructional practices, and students’ reading achievement: national evidence from PIRLS 2021 using path analysis | Large-scale Assessments in Education | Full Text